Céntrate en sistemas, no objetivos

La sabiduría dominante afirma que la mejor forma de conseguir lo que queremos en la vida es fijarse objetivos específicos y viables, realistas.

Durante muchos años, también me planteé así mis hábitos, hasta que me di cuenta de que la clave son los sistemas, no los objetivos.

¿Qué quiero decir con esto? ¿Son los objetivos inútiles? Por supuesto que no. Los objetivos son vitales para fijar una dirección, pero los sistemas son los puntos de inflexión para progresar.

Lo que ocurre con los objetivos es que condicionan nuestra percepción de quienes somos y nuestra realidad por el trastoque que ocurre en el  dopaminérgico, ya que en cada uno está implícito el “cuando alcance mi objetivo, seré feliz”.

Y esto es una gran cagada porque estaremos posponiendo continuamente nuestra felicidad hasta el siguiente hito.

Además, los objetivos pueden crear un “o lo uno o lo otro”: o logras tu objetivo y tienes éxito o fracasas y eres una decepción, encasillándote mentalmente en una versión estrecha de la realidad, en el blanco o negro.

(Lo que es otra cagada porque es poco probable que el camino que recorramos en la vida coincida exactamente con el que teníamos en mente cuando nos pusimos en marcha).

Pero esto no quiere decir que no debamos establecer objetivos, simplemente hay que saber usarlos de guías sobre las que dirigir nuestra acción: el propósito de establecer objetivos es ganar el partido y el objetivo de crear sistemas es jugar lo mejor que podamos y sepamos para lograrlo. El objetivo es sacar matrícula, el sistema es establecer una rutina cómoda para estudiar lo máximo posible. El objetivo es bajar 10 kg, el sistema es…

 Por lo tanto, desde mi punto de vista, enfocándonos en lo que podemos controlar como nuestra acción, la rutina, nuestra inversión de tiempo y energía, nuestra regulación emocional, para ir sacando las cosas adelante leeeentamente y con buena letra, es cuando la magia ocurre.

Porque los resultados vienen con la constancia y disciplina que el propio sistema genera, y, cuando nos enamoramos del proceso más que del producto, no tenemos que esperar para darnos permiso para ser feliz y lograr cosas.

Así que, la clave para avanzar hacia los objetivos, sin perdernos, es distanciarnos emocionalmente sin olvidarnos de ellos, así el pensamiento a largo plazo estará lleno de esperanza y vacío de expectativas.

Nos leemos!

Pd: La idea principal la he sacado de este artículo de James Clear.